
Camino a Villa O’Higgins, me detuve en Coyhaique y me reuní con Peter Hartmann, director para la región de Aysén del Comité pro Defensa de la Fauna y Flora de Chile (CODEFF). Peter vivió antes en el pequeño y aislado poblado de Caleta Tortel en la desembocadura del río Baker. Me contó que estaba muy preocupado por el daño irrevocable que provocaría sobre este tranquilo y encantador poblado la construcción de un camino que lo conectaría con la Carretera Austral. Me recomendó que lo visitara.
Esto sucedió a fines de marzo de 2001 y estaba presupuestado que el camino estaría concluido antes de fines de ese año. Me tropecé con esta increíble oportunidad de visitar un lugar donde la gente todavía vivía sin caminos ni autos – definitivamente una rareza en el mundo actual. Asimismo, pude sopesar el debate vigente entre los residentes respecto al futuro post-camino para Tortel. Incluso entonces, años antes de que la compañía HidroAysen anunciara públicamente sus planes de construir represas en el Baker, algunos grupos medioambientales ya estaban muy conscientes de esa amenaza. El fin de la era sin caminos de Tortel no sólo abriría la belleza del pueblo a un mayor flujo de turistas sino que muchos estaban preocupados – y con razón -- porque también podría ser parte de una tendencia regional hacia un descontrolado desarrollo industrial y un posible declive de la calidad de vida en la Patagonia chilena.
Es interesante mirar hacia atrás y ver lo visionarios que fueron muchos medioambientalistas. A continuación encontrarán un artículo que escribí sobre el tema para los diarios de Estados Unidos, San Francisco Chronicle y Newsday junto con una galería de fotos de ese viaje:
SAN FRANCISCO CHRONICLE, 28 de octubre de 2001
Un camino le llevará por fin el progreso – y el conflicto – a un pueblo único en Chile
- Jimmy Langman, Chronicle Foreign Service
- Jimmy Langman, Chronicle Foreign Service
Caleta Tortel, Chile – Al final de un viaje de seis horas en bote por el río Baker desde un puesto de avanzada en la Carretera Austral, aparece el pequeño caserío de Caleta Tortel escondido entre los canales y fiordos de la desolada costa patagónica.
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Durante más de 50 años, la pequeña comunidad – 448 habitantes – ha sobrevivido sin un solo camino. Por el contrario, los residentes crearon una red única de pasarelas utilizando la madera de los cipreses locales que desprende un dulce olor.
El mundo exterior ha llegado lentamente en el transcurso de la última década, salpicando el paisaje con televisión por cable, instalando teléfonos en la plaza de armas y trayendo alcantarillado y electricidad a los hogares y al comercio.
Ahora el ritmo del cambio se está acelerando. El gobierno está construyendo un camino que unirá a Caleta Tortel con la Carretera Austral a fines de año, terminando así con el aislamiento de sus habitantes.
La carretera está sin pavimentar en un largo trecho -- 775 millas – a un costo estimado de US$200 millones – en una región que conserva su belleza natural con montañas coronadas de nieve, lagos de color aguamarina y bosques pluviales temperados. Fue impulsada en 1976 bajo las órdenes del entonces dictador General Augusto Pinochet para unir a la aislada Patagonia, la región más austral de Chile con el resto de la nación.
En octubre pasado, más de 20 años después de que comenzara su construcción, la carretera llegó a Villa O’Higgins, un asentamiento de 300 personas enclavado entre la frontera Argentina y Campos de Hielo Sur, uno de los glaciares más grandes de América del Sur. La carretera llegará hasta la ciudad más austral de Chile, Punta Arenas, en aproximadamente cinco años.
Mientras algunos esperan que el turismo y otros negocios traigan prosperidad, hay otros que están preocupados.
"La gente viene a Tortel porque es un lugar único, donde no hay caminos, ni autos, pero sí pasarelas de ciprés y tranquilidad” señala Valeria Landero quien maneja un pequeño hospedaje. “Este camino arruinará esa experiencia”.
Durante años, la gente de Tortel se ganó la vida principalmente cortando ciprés y coigüe. La armada chilena transportaba la madera al mercado en Punta Arenas. Pero ahora, el negocio de la madera está desapareciendo y muchos residentes están sin trabajo. La carretera ha abierto la región al turismo, lo que se está convirtiendo rápidamente en la principal fuente de ingresos en la Patagonia.
El año pasado, aún sin el camino, aproximadamente 1.700 turistas visitaron Caleta Tortel, principalmente durante los meses de verano de diciembre a marzo.
A tan sólo unas pocas horas en bote desde el pueblo se encuentran inmensos glaciares y dos parques nacionales, mientras que a unos metros de distancia hay senderos donde se pueden apreciar despampanantes vistas de la Patagonia. Recientemente, el pueblo fue designado patrimonio cultural por el gobierno de Chile.
El alcalde José Vera, 43, quien es un gran impulsor de la Carretera Austral, señala que quiere convertir a Caleta Tortel en una “economía basada 100% en el turismo”. Él está presionando para construir un pequeño sistema de trenes en las cumbres del pueblo para facilitar la experiencia panorámica de los visitantes.
"El camino tendrá un gran impacto” señala Vera. “Necesitamos prepararnos para la avalancha de turistas”.
Pero algunos medioambientalistas están preocupados por las empresas que llegarán a explotar la madera y los minerales del área.
"No se necesita el camino" señaló Peter Hartmann del Comité privado de Flora y Fauna "Un buen barco puede hacer lo mismo”.
Hartmann y otros activistas señalan que el camino podría poner en riesgo potencial el ecoturismo de la región al facilitar la llegada de empresas que contaminarán el aire y el agua.
"El mundo necesita apoyar una ruta alternativa a la Patagonia” señaló Daniel González, ecologista chileno “una que sea compatible con el increíble paisaje de la región”.
Chile está considerando la construcción de enormes represas hidroeléctricas en los ríos Baker y Futaleufú. Al norte de Caleta Tortel cerca de Coyhaique, Noranda Inc., de Toronto planea construir una planta de reducción de aluminio de US$2.7 billones que se abastecería de electricidad de otra represa.
Además, de acuerdo con la Fundación Terram, un grupo medioambientalista de Santiago, algunas empresas chilenas han enviado 26 postulaciones para concesiones salmoneras alrededor de Caleta Tortel.
Marcel Claude, presidente de la Fundación Terram, señala que la industria del cultivo de salmones es una de las más contaminantes del país, vertiendo toneladas de excremento de salmón y sangre a las vías fluviales así como también alimento para peces que reduce el oxigeno y afecta la vida de las plantas y de los peces que se alimentan en el fondo. "Chile no cuenta con reglamentación clara que le exija a estas empresas reparar el daño medioambiental” señaló Claude.
Pero Angela Urrutia, 87, quien se mudó aquí en 1954 no está de acuerdo. Ella y su esposo, Próspero, 88, recuerdan los duros momentos y quieren la comodidad que les traerá el camino.
Ella recuerda cuando vivían en carpas, durmiendo en hoyos en el suelo para mantener el calor. Antes que hubieran botes a motor y avionetas, los tortelinos iban a caballo hasta la frontera Argentina para comprar suministros, recuerda. El viaje de 288 millas de ida y vuelta se demoraba entre tres semanas a un mes.
"Cuando llegamos no teníamos nada" señaló Urrutia. "Ahora, tenemos todo lo que necesitamos, pero este camino nos facilitará aún más la vida”.
Roberto Vicera, 82, fundó Caleta Tortel luego de reclamar la tierra en 1947. Sus 13 hijos y 29 nietos equivalen a casi el 10% de la población. Él se maravilla con los lujos que traerá el camino y señala que todo va a ser gracias a Pinochet.
"Pinochet vino en 1996 y me dijo en persona que quería que hubiera un camino que llegara hasta aquí” señaló,
Pero el botero Saturnino Casanova, 56, señala que va a ser un día triste cuando llegue el camino.
"Vamos a perder todo lo que hacía que este fuera un lugar especial” señaló.
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