En la estepa patagónica

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Para mí, la estepa patagónica representa una increible belleza y la soledad que he anhelado toda mi vida. De alma introvertida, disfruto mucho del vacío y soy quisquilloso con la privacidad. La estepa promete confort y paz para mi, ofreciendo contemplación y tranquilidad. Sin embargo - como descubrí un Domingo mientras nos dirigíamos al este hacia un remota estancia donde habíamos sido invitados a un asado- no todo es plácida quietud por acá. La estepa, al igual que la mayoría del mundo moderno,está atrapada en la transición. Es un lugar en movimiento.
 
Los tiempos están cambiando en la Patagonia. El mercado mundial de la lana está en declive, amenazado por el auge de las fibras sintéticas. Esto ha dejado a pastores y a estancias con muy poco o sin flujo de caja. Las familias estancieras se están viendo forzadas a renunciar a un siglo de trabajo duro. Algunas se aferran a lo que todavía queda del merdaco de la lana. Otras se han vendido  a mayores estancieros industriales, en particular al magnate de ropa italiana Benetton, quien ahora es el más grande terrateniente de la Patagonia.
 
Existen espacios de esperanza para la independencia; hay familias estancieras que están dispuestas a arriesgarse e intentar algo drásticamente diferente con la esperanza de mantenerse - y lo más importante- compartir su pasión por esta tierra. Como tantos espacios del planeta, el turismo es la gran esperanza.
 
Hay un lado bueno en todo esto: la cría de ovejas a sido tradicionalmente muy dañina para la tierra. Conduce a una drástica erosión, destrucción de la biodiversidad y al sobrepastoreo de pastizales. El uso tradicional de las estancias supone un riesgo para la vida salvaje como el guanaco y el ñandú. Los turistas no dejan huella. A caballo, mountain bike, a pié o en un Land Rover. Ellos observan  la distancia y no sienten necesidad de destruir la tierra y tienen dinero, lo que las familias estancieras tienen cada vez menos.
 
Los problemas aquí son a veces abrumadores. Argentina, por lo general, está tan ocupada intentando poner un pié delante de otro que hay muy poca voluntad política como para considerar el largo plazo. Es la forma latina de vivir por el momento! Sin embargo, los llanos de la Patagonia necesitan protección y las familias pioneras de larga data que ayudaron a construir la Argentina en su momento de gloria necesitan herramientas para afrontar el futuro.
 
El turismo es usualmente la mejor solución para culturas o tierras en riesgo. Aprovechando la riqueza de otros lugares, familias como nuestra amiga Cristina, de la Estancia Chenqueniyen están sentadas en lo que algunos inversionistas turísticos verían como una mina de oro.
 
 
Su auténtica e increible estancia se encuentra ubicada en un pequeño valle cerca de un ancho río a sólo unos cientos de kilómetros de Bariloche. El tiempo aún se detiene aquí. Tiene la esperanza en que el turismo traerá algo de dinero, necesario para los bolsillos su familia. No están en condiciones de mantener más empleados, y a pesar de ser dueños de toda la tierra, hasta la más lejana que yo pude ver, sólo hay unas cientos de ovejas deambulando por ahí.
 
Después de un asombroso viaje de dos horas conduciendo por la estepa ( vimos cóndores y nos detuvimos en el pequeño pueblo Pilcaneyeu por unas facturas), llegamos a la Estancia Chilceneyen a la hora de almuerzo. Por supuesto que se trataba de un asado de cordero a la parrilla, con chimichurri, ensalada verde, pan fresco y mucho vino tinto.
 
Nos sentamos alrededor de la mesa y escuchamos a Cristina contar la historia de la casa de su familia. De cómo los niños fueron enviados a los 6 años a la escuela al pueblo más cercano a 123 kilómetros. Cómo su padre recorría los llanos y contrató a todos los gauchos en el sitio durante la temporada de esquila. Nos habló de cómo ninguno de sus familiares tiene esperanzas y han abandonado la propiedad todos juntos.
 
El lugar ciertamente tiene potencial. La antigua casa familiar cuenta con seis dormitorios entorno a un patio protegido del viento. Ahí está la acogedora sala de estar, la cocina industrial y el patio exterior para los asados, nuevamente, protegido del viento. El enorme tamaño de la propiedad casi me hizo llorar. Imagínense ser dueño de todo eso! Hay dos graneros para esquila de ovejas a unos 20 kilómetros al oeste.
 
Exploramos en un camión 4 x 4 los límites de la la propiedad. Oimos hablar de los precios en declive de la lana y nos encontramos con una familia holandesa que había venido a pasar una noche en la estancia. Ellos estaban verdaderamente cautivados por el tamaño del horizonte, la calma y paz que aquí brilla en comparación con sus ajetreadas vidas en Amsterdam.
 
En los últimos años, mientras he venido a la Patagonia investigando la guía Frommers, me he tropezado con docenas de estancias que ahora son turísticas. Cada una de ellas ha sido encantadora y agradable. Los dueños son entusiastas y orgullosos. El alojamiento para los visitantes pintorezco y confortable y los espacios abiertos de la estepa patagónica justo lo que los visitantes extrajeros soñaron.
 
Así que tal vez hay esperanza aquí en la Estancia Chenqueniyen. En mi mundo perfecto, es  exactamente aquí donde vive la esperanza, libre para recorrer espacios infinitos, desconectarse del bullicio de la modernidad, buscar lo que es real e inspirar a cualquier afortunado de pasar por este camino.
 
 
La autora Christie Pashby es una subeditora de Patagon Journal, autora de guías de viajes Frommersy escritora independienteFotos de Estancia Chenqueniyen por Max Schoffel