Por qué los ríos necesitan protección permanente

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Por Monti Aguirre

Nota del Editor: Lo siguiente es de la Edición 12
 
No todos saben que el aumento de la legislación ambiental moderna comenzó con un río -de hecho, con varios de ellos.
 
En los 60', después de décadas rampantes de construcción de represas en Estados Unidos, las vías fluviales del país estaban sufriendo. Los pescadores encontraron que los peces estaban siendo cada vez más escasos en las corrientes que alguna vez fueron abundantes en ellos. Los cazadores encontraron una fauna cada vez más fina en el suelo. Los balseros encontraron que los rápidos habían sido tragados por los embalses, y los grandes ríos salvajes del oeste se habían transformado en escalones de agua estancada.
 
Afortunadamente, un pequeño grupo de personas se dio cuenta que sin una rápida intervención los ríos salvajes de la nación serían cosa del pasado. Ellos comenzaron a organizar y escribir a sus representantes elegidos. Sus esfuerzos dieron frutos cuando, en 1968, el presidente Lyndon Johnson firmó la Ley de los Ríos Escénicos y Salvajes.
 
Aunque el país ya había aprobado legislación ambiental anteriormente, la Ley de Ríos Salvajes y Escénicos inició una época de oro de legislación ambiental. Precedió a la Ley de Agua Limpia, la Ley de Aire Limpio, la Ley de Especies en Peligro de Extinción y el resto de leyes federales aprobadas en la década de 1970.
 
El lenguaje del acta es sorprendente:
Por la presente se declara que es política de Estados Unidos que ciertos ríos seleccionados de la Nación, los cuales, con sus entornos inmediatos, poseen valores notables y extraordinariamente escénicos, recreativos, geológicos, con peces y vida silvestre, históricos, culturales o de valor similar, deberán preservarse en condiciones de flujo libre, y que ellos y sus entornos inmediatos estarán protegidos para el beneficio y disfrute de las generaciones presentes y futuras.
 
Cuando firmó la legislación, el presidente Johnson habló emotivamente del valor de los ríos salvajes: "... [N]uestros propios hijos y nietos visitarán y llegarán a amar los grandes bosques y los ríos salvajes que hemos protegido y les hemos dejado....Un río virgen es una cosa muy rara en este país hoy en día. Su flujo y vitalidad han sido aprovechados por las represas y con demasiada frecuencia se han convertido en cloacas abiertas para las comunidades y las industrias."
 
Las palabras de Johnson mostraron que lo que alguna vez había parecido como recursos inagotables eran, de hecho, vulnerables. "Tememos que todos los ríos van a ir por este camino al menos que alguien actúe ahora para tratar de equilibrar el desarrollo de nuestros ríos."
 
Johnson tenía razón para estar preocupado. Si bien la Ley de los Ríos Salvajes y Escénicos protegió exitosamente más de 12.000 millas de ríos americanos, un 17% de los ríos americanos, cerca de 600.000 millas, han sido alterados.
 
Pero incluso cuando el presidente Johnson estaba firmando la legislación pionera de protección de ríos a nivel nacional, la industria de represas de Estados Unidos exportaba afanosamente su modelo de desarrollo en el extranjero. Pronto, los ríos a través de Asia y América Latina también se encontraron frente a una creciente ola de concreto. Esta ganancia inesperada para las empresas de construcción ha sido una tragedia para nuestros ríos salvajes: hoy en día, más de 57.000 grandes represas ahogan los ríos del mundo. Más de 3.700 proyectos de energía hidroeléctrica se han propuesto.
 
Estos números deben levantar las alarmas. La mayoría de los nuevos proyectos de energía hidroeléctrica están propuestos en puntos calientes de biodiversidad, en los que cualquier alteración del delicado equilibrio de los ecosistemas podría conducir a una muerte masiva - esto en un momento en que ya estamos viendo una pérdida sin precedentes de especies. Peor aún, decenas de miles de personas se enfrentan a la violencia, la intimidación y el desplazamiento de sus tierras ancestrales. Si no invertimos esta tendencia, no vamos a tener más ríos salvajes - o personas viviendo en armonía con ellos.
 
En mis años de campaña contra las malas represas, hemos ganado muchas batallas y se detuvieron muchos proyectos con nuestros socios locales. Pero hemos llegado a comprender que los malos proyectos en realidad nunca desaparecen. Aparecen y reaparecen con nuevos nombres, en nuevos lugares, con un nuevo conjunto de financistas. Los activistas que luchan contra estos proyectos se encuentran en un juego agotador, aplastando un proyecto sólo para ver tres más en su lugar. El dinero es demasiado tentador para los constructores de represas, hambrientos por atacar las arcas públicas para su propio beneficio. Los derechos de las comunidades locales son demasiado fáciles de pisotear.
 
Es hora de que los amantes de los ríos vayan aguas arriba y hagan el trabajo político importante que puede poner fin a las batallas sobre nuestros ríos más valiosos y emblemáticos. Ahora es el momento para la protección permanente de los ríos. La protección permanente de los ríos no es sólo una sutileza, es una necesidad.
 
Hemos protegido los manglares, sitios patrimonio de la Humanidad, reservas naturales, reservas federales - pero rara vez ríos. Sin embargo, los ríos son una piedra angular en la red de la vida, suministran agua potable y de riego, permiten criar peces y animales terrestres, y crear y nutrir las tierras agrícolas más productivas del planeta.
 
En algunos lugares, la protección del río ya está sucediendo. En Argentina, una represa - la represa de Salto Grande sobre el río Uruguay - tuvo un impacto tan calamitoso, inundando la antigua ciudad de Federación y creando un cinturón de miseria en la provincia de Entre Ríos, que el Senado Argentino creó una nueva ley que establece a la provincia como "libre de represas". El 25 de septiembre fue incluso declarado "Día de la Libertad del Río."
 
En Costa Rica, han encontrado una intrigante solución: por cada río que desarrollan, se han comprometido a proteger a otro del desarrollo. Cuando el Proyecto Hidroeléctrico Reventazón fue construido en el río Reventazón, el gobierno aseguró que otro río, el Parismina, y su afluente, el río Dos Novillos, fueron protegidos de forma permanente.
 
Nueva Zelanda incluso ha garantizado a un río todos los derechos legales de un ser humano. El río Whanganui es ahora una entidad protegida, y una comunidad indígena con fuertes lazos culturales con la vía acuática es ahora su tutor legal.
 
La protección permanente de los ríos tendrá un aspecto diferente en distintos países. Algunos podrán integrarlo en su planificación de cuencas hidrográficas. Otros podrían buscar leyes independientes. Algunos podrían reescribir su constitución. Pero es importante reconocer que la aprobación de una ley no es suficiente.
 
Las leyes son importantes, pero una vez que se aprueba una ley, nuestro trabajo no ha terminado. Constantemente se proponen represas; se detienen debido a la oposición pública. La vigilancia y la opinión del público siempre serán necesarias.
 
Para proteger el futuro de los ríos en la Amazonía, Colombia, Chile y Perú, International Rivers está trabajando con organizaciones nacionales e internacionales para facilitar el desarrollo de la protección permanente de algunos de los ríos con mayor biodiversidad y más importantes de estos países. Creemos que es necesario proponer una protección legislativa permanente para los ríos de valor excepcional, y construir un movimiento fuerte para soportar estos cambios legislativos.
 
En Chile, trabajamos con Geute Conservación Sur y Ecosistemas. Geute ha preparado un informe legal para analizar las posibles formas de imponer una ley. En Colombia nos hemos asociado con el Movimiento Ríos Vivos, primeramente para buscar la protección de la cuenca alta del río Magdalena y a largo plazo, para la creación de una ley nacional para designar la protección de ríos. En Ecuador y Perú, estamos construyendo relaciones con los pueblos Shuar, Achuar, Awajún y Wampis para lograr el objetivo de alcanzar la libre determinación y la protección legal de sus ríos.
 
Después de años de degradar, canalizar, desviar y represar los ríos, muchas personas están viendo la luz. Se han dado cuenta que los ríos son esenciales para la salud de la pesca, la agricultura, la protección contra inundaciones, la sequía y la protección del suministro de agua. Ellos entienden que los ríos son puntos calientes de la biodiversidad, y los portadores de la cultura. Represar ríos es maldecirnos a nosotros mismos.
 
Monti Aguirre es la coordinadora del programa para Latinoamérica de International Rivers, una organización con sede en Berkeley, California, que funciona en cuatro continentes para “proteger los ríos y los derechos de las comunidades que dependen de ellos”.