La importancia de la preservación de los territorios naturales

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Parque Nacional Cerro Castillo. Foto: Jimmy Chin/Conservacion PatagonicaParque Nacional Cerro Castillo. Foto: Jimmy Chin/Conservacion Patagonica
 
 
Por Andrés Gillmore 
 
En el último tiempo se ha entendido más sobre la importancia de preservar las áreas rurales para proyectar el desarrollo sustentable de las regiones. Con esta toma de conciencia totalmente nueva en la sociedad chilena, se nos presenta la urgencia de determinar los territorios regionales que cuenten con esta proyección y preservarlos de posibles intervenciones que atenten en contra de las comunidades que dependen de esos territorios para proyectar su futuro.
 
La falta de una fiscalización certera y profesional y una ley medioambiental hecha a la medida para salvaguardar los intereses de las transnacionales, ha desarrollado una importante disminución de las fronteras territoriales de los grandes espacios naturales, contaminando aguas de ríos y lagos, privatizo el mar y redujo los terrenos agrícolas a tal grado que se ha transformado en un atentado en contra de la sustentabilidad alimentaria del país y de muchas comunidades de norte a sur de cordillera a mar. Obligándonos a tener que proyectar los territorios rurales sustentablemente, como solución para las complicadas problemáticas que sufren las regiones en la actualidad y en una oportunidad que debemos tomar para mejorar la calidad de vida de las comunidades, para ir supliendo las profundas brechas entre urbanidad y ruralidad.
 
La buena noticia en este sentido y especialmente para la región de Aysén, sucedió el pasado octubre, cuando se hizo oficial la declaratoria de Parque Nacional a la Reserva Nacional Cerro Castillo, concretando un anhelo en una región que necesita con urgencia enfocarse en producir sustentabilidad en el mundo rural, proyectando con sustentación social, de lo que se ha denominado mundialmente como turismo de intereses especiales; transformando a la región de Aysén en un icono de la actividad y en una magnífica oportunidad para desarrollar esta industria sin chimenea de acuerdo con las espléndidas ventajas comparativas que ofrece como proyección de desarrollo. 
 
El ahora orgulloso Parque Nacional Cerro Castillo posee una belleza escénica y ambiental como pocos territorios en Chile, que nada tiene que envidiarle a los dos iconos de los Parques Nacionales chilenos, Torres del Paine en Magallanes y el maravilloso Parque Nacional Lauca en la región de Arica Parinacota en la frontera con Bolivia. Cerro Castillo posee una flora y fauna patagonica deslumbrante y es en la actualidad una de las mayores reservas de Huemules de Chile. Su macizo montañoso que le entrega el nombre al Parque, lo posiciona como un destino imperdible para los amantes de las actividades a cielo abierto y una proyección de futuro a la comunidad de Villa Cerro Castillo, que se incorpora en gloria y majestad en la actividad turística, proporcionándole una tremenda oportunidad para mejorar su calidad de vida y obtener una plusvalía inmejorable para los terrenos costeros al parque. 
 
Declarar un territorio como Parque Nacional es una decisión irrevocable, que estará vigente de aquí a la eternidad, se transforma en una ayuda magnífica para proyectar el Turismo Rural en Aysén y le entrega una maravillosa proyección social y ambiental a la región y la posibilidad cierta de ir en busca de la ansiada sustentabilidad por medio de la preservación ambiental. El Parque automáticamente se transforma en un motor inmejorable de desarrollo, posicionando a la región a nivel internacional con una propuesta utilizada en todos los países desarrollados, que entendieron que sin un mundo rural sustentable y armónico, es imposible mejorar la calidad de vida y la planificación global del país, que permite entre otras cosas la diversificación de los ingresos, la reducción de los flujos de migración interna, la valoración cultural y mejorar la calidad de vida y la proyección de futuro de las comunidades.
 
Por eso es tan relevante la creación de estrategias que esten de acuerdo con las ventajas comparativas de los territorios y no usar los atajos que comúnmente utilizan los servicios públicos, que tienden a importar modelos y protocolos de gestión en vez de crear los propios, que muchas veces más que ayudar crean inmovilismo y mala gestión. La creación de las ZOIT (Zonas de Interés Turístico) en el mundo regional son de importancia vital, porque permiten que los municipios planifiquen su proyección con el estatus que les concede la declaratoria y les permiten postular con más propiedad a los fondos de desarrollo regional (FNDR) para mejorar la infraestructura municipal y regional y de esa manera crear conciencia ambiental, social y cultural para ir por la sustentabilidad en las diferentes actividades productivas.
 
El concepto de turismo rural todavía es difuso y ha tenido variadas interpretaciones durante su evolución como actividad reciente en Chile. La multiplicidad de miradas y la falta de acuerdos sobre el ser y el hacer, ha creado un vacío conceptual que dificulta el traspaso del entendimiento, su planificación y la puesta en marcha de estrategias que estén de acuerdo con la realidad de las comunidades. En la actualidad se carece de protocolos de evaluación certeros que identifiquen los impactos que generaran las diferentes actividades productivas y de servicios, que muchas veces por no decir todas las veces, tienden a prevalecer los intereses financieros antes de la sustentabilidad social y cultural de las comunidades y en base a ello se cometen errores de base, que con el tiempo terminan desdibujando los objetivos, depreciando la esencia de las propuestas rurales y entorpeciendo la proyección original. 
 
La actividad turística para que se proyecte sustentablemente y cuente con proyección de futuro, debe tener como propósito ajustarse a las necesidades de quienes prestan el servicio, sin olvidarse de las proyección real del nivel de desarrollo que las comunidades requieren, compartiendo normas y valores culturales y de identidad, cuidando los recursos naturales, sociales y culturales donde se ejecutan los servicios turísticos; RESPETANDO Y NO IMPONIENDO.
 
El turismo rural más allá de suplir las necesidades de los visitantes de encontrar destinos diferentes al turismo de masa que no es más que vivir sensaciones nuevas y conocer realidades diferentes en escenarios novedosos, debe permitirles a las comunidades locales reencontrarse con sus raíces culturales, mejorar sus ingresos, convivir con la naturaleza con sus modos de vida en forma plena con esperanza y satisfacción, respetando sus tradiciones, costumbres y formas de producción en armonía con los valores de la sustentabilidad: ofreciendo servicios de calidad, con normas y formatos medioambientales, sociales y culturales que permitan garantizar la vida de las comunidades rurales. 
 
El autor, Andres Gillmore, es un sociólogo, empresario turístico y consultor en proyectos de desarrollo sustentable relacionados con Aysén.