Aysen: Del violento boom pesquero a la actualidad

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En estos días los argentinos lloran a sus jóvenes inocentes caídos en Las Malvinas. En estos días, aun hay quienes siguen con ánimo, lenguaje y acciones de guerra en Aisén. La guerra es absurda y suelen pagar sus costos las y los inocentes. Inocentes que suelen servir de “carne de cañón” para ocultos objetivos político-económicos. La guerra es una escalada en la espiral de la violencia, la que se sabe más o menos como comienza y en la que finalmente terminan siendo todos consumidos por el odio.
 
Y en estos días había también quienes preguntaban sobre el origen y porque de la actual movilización social de Aisén, la que como se sabe partió en una demanda de pescadores artesanales, tanto en Melinka como en Puerto Aisén. Al mismo tiempo o con lo mismo, vale preguntarse cual es el origen de tanta violencia durante esa movilización. Y en eso concordamos con quienes ven su causa en un injusto sistema socio económico, el que requiere de armas para sostenerse. En cuanto a aquella pesquera, esta viene de mucho antes. Y mientras no se remedien esas causas, seguirá existiendo brasa para otro incendio.
 
Vale recordar aquí la historia de la pesca en Aisén, la cual antes de los años 80 era una actividad “insignificante” pero sustentable. Y la violencia comienza con una flota pesquera industrial internacional compuesta en hasta 15 barcos factoría y que el gobierno militar, a causa de las críticas, recién en 1989 obliga a poner planta en tierra. Así surge la actual industria pesquera de Puerto Aisén y Chacabuco. Es también un buque factoría, el “Niño de Corvo” al que se le atribuye el descubrimiento del potencial en Merluza Austral del mar interior de Aisén, lo que lleva al armado de una flota de 60 arrastreros, espineleros y hieleros en 1987, los que desembarcan el 76,57% de la pesca regional. Mientras, el sector artesanal solo desembarcaba el 23,43%, instalados en aquel entonces en 25 campamentos, mas algunos poblados, con hasta 10.000 personas provenientes de todo Chile, la mayoría de ellos victimas de la violenta crisis económica de esos años.
 
El desembarque artesanal de merluza en 1988 alcanzó a 8.000 toneladas, para declinar progresivamente a solo 1.000 en 1991. Ese fue el final del llamado “boom pesquero”, quedando solo dos campamentos principales, reduciéndose la población en el litoral en 39% e incrementándose aquella de los poblados.
 
El final del boom, causado por el colapso de la pesquería, también condujo a la quiebra de dos tercios de la industria y aquella sobreviviente reinvirtió las tremendas ganancias de esos años, de las que en la región poco o nada quedó, hacia la salmonicultura.
 
Esta crisis y sus secuelas en vedas, zonas de protección, prohibición de arrastreros en mar interior, y peor aun, en secuelas sociales que se aprecian hasta hoy, es reflejo de la violenta e irresponsable sobreexplotación de todas las pesquerías del litoral.
Pocos fueron los pescadores que supieron reinvertir las ganancias de los años dorados, la mayoría por desgracia, se las farrearon y sus utensilios de trabajo valían en aquel entonces nada, porque nadie se los compraría. En esos años de pobreza crítica (1994) se pagaba un kilo de merluza al equivalente de un dólar al pescador; ese mismo pescado se vendió entre 12 y 18 dólares en el mercado mayorista de Madrid. En esa década fuimos testigos del lobby y vasos comunicantes empresa-gobierno que recortaban cuotas a los artesanales y de lo enrabiada que estaba la gente en Puerto Aisén-Chacabuco con la industria y de cómo esta maltrataba o violentaba a sus empleados.
 
En estas últimas dos décadas han sido los propios pescadores quienes asistidos por un consultor lograron volver mas sustentable su actividad y subir el precio de la merluza al parcializar la entrega por zonas. En estos años también hubo quienes aprovecharon la bonanza y se convirtieron en lancheros de compraventa a la industria. Época también en la cual irrumpen las salmoneras con un amplio respaldo político y de la Subsecretaria de Pesca.
 
Así escuchábamos por ejemplo al Diputado Galilea decir, “que la pesca artesanal sería prehistórica y esa actividad debía reconvertirse al cultivo”. También se intento el ordenamiento del borde costero, loable iniciativa que por desgracia quedo en las apariencias a causa del boicot salmonero.
 
En esos años, a falta de no contar con la capacidad de lobby de los empresarios, los pescadores aplicaron la presión de tomarse el puente Ibáñez mas o menos año por medio; principalmente, para conseguir mas cuota de pesca. Y la verdad es que si se mantuviesen unidos (unidad que gobiernos y políticos se esmeran en quebrar) podrían conseguir mucho mas, sin tener que llegar a medidas tan extremas.
 
La cuestión es que la actual movilización responde también a esta herencia de violencia contra natura y con-nacionales que partió con el boom y de la cual indudablemente el principal responsable es el Estado Chileno y mas de algún político.
 
Así es como entre las demandas del actual movimiento social entregadas al gobierno, se encuentran algunas del sector pesquero artesanal, varias de ellas bastante extrañas y contradictorias con aquellas que históricamente ha sostenido ese sector. Y lo mas insólito es que, junto con los primeros frutos de la negociación del movimiento con el gobierno, nos vinimos a enterar que el 72% de los pescadores agrupados en 57 organizaciones, según ellos, ahora declaran que, aunque adhieren al movimiento, no se sienten representados por su mesa directiva y demandas de ésta, encabezada también por pescadores.
 
Declaran también sus aprehensiones con respecto a evitar se enriquezcan algunos particulares con la ley de pesca y acuicultura y se transparente el negocio millonario de las transferencias de la pesca artesanal hacia los industriales. Además, rechazan el proyecto de ley de pesca y acuicultura que el gobierno ingresó al parlamento y piden se reestudie la pesquería de la merluza para conseguir su sustentabilidad, esto con derecho de administración total del recurso, para evitar la depredación industrial. Finalmente, declaran que no validarán ningún acuerdo pesquero mientras no estén representados.
 
En pocas palabras, si bien la mesa del movimiento social llega a acuerdos que satisfagan a todos los sectores representados, buena parte de los problemas por los cuales los pescadores se tomaron el puente, seguirían sin resolver. O sea, quedamos prácticamente a fojas cero y ad portas de nueva toma de puente. O sea también, aparentemente más de un mes perdido inútilmente para quienes fueron la principal columna del movimiento.
 
Y vale preguntarse ¿Cómo es que no se pusieron de acuerdo antes y verificaron antes cuales eran las demandas por las que luchaban? ¿A que se debe esta desinteligencia? ¿Cuáles serán en definitiva las consecuencias de esto?. 
 

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