Nota del Editor: El siguiente es de Edición 7.
Por Rodrigo Sandoval
“Llevaba cerca de una hora paseando mis moscas por la mitad final del pozón, probando todo tipo de formas y colores, sin lograr nada. El frío me estaba ganando poco a poco, por lo que decidí hacer los últimos cinco lanzamientos y moverme a otro lugar. Lanzar una shooting taper requiere algo de costumbre que durante la temporada no alcanzo a adquirir, y que resultan la mejor elección en línea para lograr la profundidad adecuada… o lo que uno espera que sea la adecuada.
“Estaba terminando el tercer paseo de la mosca por el final de este pozón, cuando sentí el tirón. Instantáneamente la adrenalina me hizo olvidar el frío, pero cuando dos levantadas de caña evidenciaron que la mosca estaba fija en un punto cerca del fondo, pensé en un tronco o una roca que me harían perder una de las hermosas moscas que me costó tanto atar en el invierno.
“Intenté cambiándome de posición, para ver si un tirón en otra dirección lograba soltarla, pero al tercer o cuarto intento, me pareció percibir que el tronco se había movido unos tres metros corriente arriba. Volví a tironear levantando la caña y, nuevamente, el tronco avanzó otros metros. Apenas un segundo después de que entendí qué estaba pasando, el agua explotó en el pozón y la tensión en la caña cambió drásticamente, junto con el chirrido del carrete.”
Los pescadores chilenos del siglo XXI ya se acostumbraron a buscar las “corridas” de salmones en ríos como el Toltén, Petrohué, Puelo, entre otros varios, por lo que historias como la anterior se han vuelto más frecuentes todos los años. Sin embargo, la presencia de los salmones es algo de las últimas décadas, debido no sólo a las siembras con fines deportivos realizadas en la primera mitad del siglo XX, sino que a la industria salmonera, que se desarrolló intensamente desde fines de la década del ’80, incluyendo esquemas de crianza libre, optando por cosechar el reducido porcentaje de salmones retornados después de años de engorda natural en el mar.
Hoy, la gran mayoría de los especímenes que han adoptado las aguas patagónicas como su hogar son descendientes de esos primeros ejemplares, engrosados en población con los ocasionales escapes de las innumerables jaulas de cultivo que se encuentran desde los fiordos cerca de Puerto Montt hasta los canales de la Región de Magallanes.
Entre las especies dominan el salmón del Atlántico (Salmo salar), salmón Coho (Oncorhynchus kisutch), y el salmón Rey o Chinook (Oncorhynchus tshawytscha). Los primeros dos, junto a la Trucha Arcoiris, son las especies más explotadas por la industria actualmente; mientras que el Coho y el Chinook pertenecen al grupo de salmones del Pacífico que, a diferencia de los del Atlántico, mueren luego de desovar. Aunque estas variedades son las más frecuentes, hay otras como el Keta y el Sakura, que fueron soltados en aguas de la región de Aysén para el cultivo libre llamado “ocean ranching”.
Es así que cada temporada, en especial en la segunda mitad, los pescadores buscan y aspiran a lograr enganchar uno de estos gigantes. Corridas reconocidas son las de Chinook tan al norte como el Río Toltén y su tributario, el Allipén. Los salmones del Atlántico que suben por el Maullín. Las corridas de salmones del Pacífico en el río Petrohué y el cercano río Puelo. Incluso en varios de los tributarios de los canales australes. A veces, suben por la red de tributarios hasta llegar muy cerca del límite con Argentina, como es el caso del Salto del Río Espolón, en Futaleufú, que se transforma en el punto de detención de los peces. Más al sur, el Río Aysén, e incluso el Mañihuales, tienen sus visitas regulares, junto con el tramo inferior del Baker, y otros tanto más.
En Magallanes, diferentes ríos pequeños de Tierra del Fuego recientemente han incluido visitantes migratorios de la familia de los salmones del Pacífico, que con el incremento de las concesiones operando en la región, sólo prometen ir aumentando.
Esta amplia distribución, junto a la potencia de la industria salmonera, aseguran la presencia de salmones por mucho tiempo y será cosa de los pescadores aprender a entender sus ciclos y sus preferencias de mosca.