En agosto pasado, un editor contribuyente de Patagon Journal, Camilo Rada, y su compañera, Natalia Martínez, exitosamente ascendieron a la cima del Monte Malaspina, la montaña con nombre más alta inescalada en Norte América, ubicada en el Yukón, en el noroeste de Canadá.
Los montañistas son fundadores del proyecto Uncharted, una iniciativa que combina investigación historica y desarrollo cartografico con expediciones de montaña en algunos de los últimos picos inescalados en la Patagonia. Entre sus notables colaboraciones, destacan el primer ascenso en invierno al Monte Sarmiento en 2013, y el primer ascenso al Volcán Aguilera, realizado el año pasado, el último gran volcán inescalado de la Cordillera de Los Andes. El hito en Yukón fue relativamente fuera de su área regular, pero la proximidad actual de Rada favoreció a este hecho, ya que se encuentra estudiando un doctorado en Glaciología en la Universidad de British Columbia.
Malaspina tiene 3.776 metros de altura, y está en la Cordillera San Elías. El único intento de cumbre previo fue una expedición de escaladores de Polonia y Alaska, quienes en 1976 se preparaban para el ascenso al Monte Logan, pero fue cancelado debido a las malas condiciones. De acuerdo a Martínez y Rada, existía una ruta viable. Esto se verificó, aunque con los más mezquinos márgenes de seguridad aceptables. Su experiencia con severas condiciones climáticas en la Patagonia pudo haberles dado una ventaja. “Todos quienes vienen de escalar en las Montañas Rocosas y América del Norte, encuentran que las condiciones en la Patagonia son más duras”, dice Martínez.
El viaje comenzó con el pié izquierdo. Malas condiciones de la nieve produjeron que el avión los dejara cerca del Monte San Elías, 12 kilómetros glaciar arriba desde el campamento base. A medida que exploraron el lugar durante tres días, las avalanchas fueron constantes. Con los peligros concentrados en el tercio inferior de la montaña, principalmente debido a la caída de seracs. Diferente a las avalanchas, los seracs son grandes bloques de hielo que se derrumban como resultado de un movimiento glacial o una simple fractura debido a su peso.
A pesar de que inicialmente habían planeado alcanzar la cima desde un campamento alto por sobre los 2.000 metros, Rada y Martínez estaban muy conscientes de las amenazas del serac. “Todo el peligro estaba en la parte inferior de la montaña”, dice Rada. “Por lo tanto, para movernos rápido a través de la zona de peligro, decidimos escalar desde el campamento base tan rápido como pudieramos”. Después de unos cuantos estruendos de seracs cercanos, desocuparon el campamento alto, y sólo lo usaron para guardar equipamiento. De esta manera, el ascenso hasta la cima comenzó desde el campamento base a las 00:40 horas del 14 de agosto pasado, aprovechando el frío y estable período matinal.
El plan resultó a cabalidad, pero ninguno de los montañistas tuvo alguna ilusión sobre el elemento de azar que jugó en su decisión de continuar adelante. El ascenso en ensamble (simultáneo), les ayudó a ganar rapidez cuando estaban en algunas áreas peligrosas. Al alcanzar el collado noreste cerca del mediodía, descansaron y se prepararon para el trabajo de la tarde, que los llevaría a armar un vivac a 3.386 metros. Sin embargo, sintieron que no había prisa, por lo tanto, se trasladaron enfatizando deliberadamente la seguridad una vez que estuvieron en el nuevo terreno.
Tras llegar al vivac durante el atardecer, intentaron hacer una cueva para dormir en el hielo, resguardados del frío y viento. No obstante, el hielo resultó ser demasiado duro, por lo que construyeron un iglú de nieve modificado. En ese entonces, Martínez vio las auroras boreales. “Fue un momento mágico, a pesar de estar exhaustos”, recalca.
A media tarde del día siguiente, alcanzaron la cumbre. Desde lo alto de la montaña, el glaciar tipo piedmont más grande del mundo, el Malaspina perteneciente al sistema glaciar Malaspina-Seward, se extendía desde donde estaban hacia las tierras bajas. Este inmenso sistema glaciar ha perdido tanto espesor debido al cambio climático, que en el 2000 su masa perdida había contribuido con el 0.5% del incremento global del nivel del mar.
Tras 10 minutos en la cima, realizaron numerosos rapeles y abalakovs, pasando nuevamente por aquellas zonas expuestas con olor a desgracia. A las 8:00 horas del 16 de agosto pasado, los dos compañeros montañistas llegaron sanos y salvos al campamento base, 55 horas después de la salida.
Pese a ser el primero en llegar a la cumbre del Monte Malaspina, Rada se muestra modesto. “Es verdad, nadie ha tenido esta vista anteriormente, pero alguien más tendrá una mejor, en una montaña con más elevación”, comenta. “Es la ruta ascendida, el trabajo de descubrirla, crear la ruta normal de montaña, lo que transforma a esta experiencia en algo emocionante”, recalca.
A continuación, fotos de Rada y Martínez de su expedición: