Documental alerta sobre las graves implicancias que podría traer la salmonicultura a Magallanes

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Foto: Daniel CasadoFoto: Daniel Casado
 
 
Por Tomás Moggia 
 
Desde hace algunos años, la industria salmonicultora chilena, la segunda mayor productora a nivel mundial, puso sus ojos en la región de Magallanes. En cierta medida, fueron las ictiopatologías virales, bacterianas y parasitarias generadas por la propia industria en las regiones de Los Lagos y Aysén lo que obligó a buscar nuevos horizontes donde operar. La lejanía con el resto del país, que en un inicio fue visto como un obstáculo a subsanar, hoy se ha transformado en una ventaja.
 
La intrincada y desmembrada geografía de Magallanes, y sus aguas más frías, ofrecen condiciones inigualables para la salmonicultura, y las compañías acuícolas con presencia en la región no tienen, hasta ahora, los grandes problemas sanitarios tan usuales en el norte, como el temido SRS o la presencia del piojo de mar. Es por ello que la zona es considerada hoy como el polo de desarrollo de la industria, y quizás donde radica gran parte de su futuro: el 2016 la producción alcanzó las 68 mil toneladas, y para el 2023 se proyectan 140 mil toneladas, según datos de la Asociación de Productores de Salmón y Trucha de Magallanes.
 
Sin embargo, todo parece indicar que el crítico escenario sanitario y ambiental provocado en otras regiones lentamente está extendiéndose por la región, poniendo en riesgo incluso hasta algunos de los mares más prístinos del planeta y parte de la Reserva Mundial de Biósfera Cabo de Hornos. A modo de ejemplo, una auditoría a la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura evidenció que, entre 2013 y 2015, 53% de los centros que operaban en la región habían reportado la generación de condiciones anaeróbicas, lo que implica una ausencia de oxígeno en el agua para soportar vida marina. Según la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA), “muchas de las granjas que ya funcionan en Magallanes han generado zonas sin oxígeno, donde la flora y la fauna marina no puede prosperar”. A eso se añade que “las granjas de salmón contaminan el fondo marino con grandes cantidades de desechos, provenientes de alimentos sin consumir, de las heces de los peces y de los químicos usados en su cultivo”.
 
Ese es justamente uno de los grandes temores de Ramón Navarro, que lo ocurrido en otras regiones termine replicándose en Magallanes. El destacado surfista chileno posee un estrecho vínculo con Carelmapu, una apacible localidad ubicada en la costa de la región de Los Lagos, a unos 85 kilómetros de Puerto Montt. Allí pasó algunos años de su niñez mientras acompañaba a su padre, un pescador artesanal, y desde entonces ha podido atestiguar con sus propios ojos los serios daños socioambientales generados por la industria salmonicultora chilena. Con el apoyo de Patagonia, Navarro se decidió a actuar a través de un proyecto audiovisual que deja en evidencia un escenario alarmante.
 
 
 Ramón Navarro en una salmonera en el sur de Chile. Foto: Daniel CasadoRamón Navarro en una salmonera en el sur de Chile. Foto: Daniel Casado
 
 
“En Chiloé ya colapsaron todas las aguas por la intervención de la salmonicultura. En 2016, un bloom de microalgas impactó no sólo a la industria salmonera, sino también a almejas, robalos, y rollizos, lo que afectó a toda la comunidad local, sus fuentes de trabajo y al medioambiente. Tras la crisis de 2016, la industria sufrió la mortalidad de 40 toneladas de especies de cultivo, lo que llevó al vertimiento, en medio del mar de más de 9 toneladas de salmones muertos, generando un impacto ambiental invaluable. Si pensamos que esto sucedió en Chiloé, ¿Por qué no va a pasar en los lugares del sur donde se instalen?”, se cuestiona el surfista de talla mundial.
 
“Tenemos que hacer este tremendo proceso de ir a pescar sardinas anchovetas, hacerlas harina de pescado, dársela a los salmones, contaminar los fiordos de la Patagonia, llevarlo en avión hasta Estados Unidos, ¿para que alguien se lo coma?”, complementa Liesbeth Van der Meer, vicepresidenta de Oceana Chile.
 
Estado Salmonero”, el documental de Navarro, retrata una historia de abusos hacia el mar chileno, el empleo excesivo de antibióticos en la producción del salmón, y el impacto que la industria ha generado al medioambiente, la fauna silvestre, la pesca artesanal y la vida humana. El filme será estrenado el lunes 27 de mayo a las 20 horas en el teatro San Ginés, en Santiago, y luego será exhibido en distintas regiones del país, recorriendo diversas ciudades desde Iquique a Puerto Williams.
 
 Para saber dónde ver la película y obtener más información, haga clic aquí. A continuación, el tráiler de vídeo:
   

  

 

 

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