Protegiendo la cuenca del río Cuervo: otro santuario sí fue posible

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Parte de la zona que será resguardada en Aysén. Foto: Fundación KreenParte de la zona que será resguardada en Aysén. Foto: Fundación Kreen 

Por Patricio Segura
 
En estos convulsionados días, donde la planificación de la reactivación económica avanza sobre la base de mayor extractivismo, se agradecen las buenas noticias. Y una de ellas es que se constituya una nueva área protegida, algo fundamental si concordamos en que las crisis climática global y ecosistémicas locales se sustentan en la descarrilada intervención de la naturaleza. Tanto así que debiéramos pasar a un estado de subsidiariedad de lo artificial: ante la disyuntiva de intervenir o no intervenir la naturaleza, la primera opción a evaluar siempre debe ser no impactar. Lo anterior es, precisamente, a lo que apuntan, por ejemplo, las soluciones basadas en la naturaleza. 
 
Fue esta sensación de satisfacción la que emergió cuando hace pocos días desde el Ministerio del Medio Ambiente se informó que el Comité de Ministros para la Sustentabilidad aprobó la declaratoria del Santuario de la Naturaleza “Meullín-Puye”, área privada de 29 mil hectáreas en la cuenca del río Cuervo. Esto fue, en el fondo, la culminación de un trabajo que durante ya varias décadas la ciudadanía de Aysén, desde los tiempos de Alumysa -un millonario proyecto para instalar una planta reductora de aluminio-, viene desarrollando para proteger tal prístina y excepcional área.
 
Constituida en marzo de 2018 en Santiago, los objetivos de la Fundación Kreen están ligados a la conservación, investigación y difusión sobre espacios naturales y biodiversidad, y es allí donde se enmarca este proyecto.
 
Tal como recuerda la propia fundación, “se trata de un ecosistema único, con un nivel de intervención antrópica casi inexistente. Los lagos Yulton y Meullín son de los pocos lagos en Chile donde no hay registros de presencia de salmónidos (especies introducidas), lo que permite que haya poblaciones grandes y sanas de especies de peces nativos como la peladilla (Aplochiton zebra), el puye gigante (Galaxia platei) y el puye (Galaxia maculatus), todas en categorías de conservación”. Con más de 2.800 hectáreas de humedales, el área adquiere un valor excepcional como aliado en la lucha contra el cambio climático.
 
 
El nuevo santuario es rico en humedales y lagos prístinos. Foto: Fundación KreenEl nuevo santuario es rico en humedales y lagos prístinos. Foto: Fundación Kreen
 
 
El puye es una de las especies emblemáticas de la zona y que le da nombre al área protegida. Foto: Fundación KreenEl puye es una de las especies emblemáticas de la zona y que le da nombre al área protegida. Foto: Fundación Kreen
 
 
A principios de 2019 la familia Hurtado Berger dio luces sobre sus intenciones convocando a diversos actores de la región de Aysén y de las comunidades aledañas a participar en talleres que aportarían al proceso de elaboración del expediente. Un ejercicio positivo de la fundación constituida originalmente por Madeleine y Pamela Hurtado Berger, junto a su padre Alberto Hurtado Fuenzalida (ya fallecido), integrantes de una de las familias controladoras de Embotelladora Andina de S.A., parte de cuya participación remataron en 2018.
 
Preocupación había generado entonces que dicha organización tuviera concesiones de exploración en el área de los lagos Yulton y Meullín, pero en la pesquisa apareció que el objetivo era la protección del territorio, esperanzadora posibilidad viniendo desde una iniciativa basada en la propiedad privada luego que el Estado intentara sistemáticamente la destrucción de la hoy área protegida. Por eso llama la atención tanta celebración del gobierno de Sebastián Piñera ante este nuevo santuario de la naturaleza. Una extensa área que por todos los medios se quiso destruir durante la administración previa del actual Presidente, fundamentalmente a través de la aprobación del proyecto Energía Austral y la represa río Cuervo, cuyo embalse dejaría bajo el agua lo que hoy será protegido.
 
La actual seremi de Medio Ambiente Mónica Saldías fue titular regional de Energía en aquella época, apoyando firmemente el esquema de represas en la cuenca del Cuervo. Dos veces se aprobó (en 2012 y 2013) la inundación del nuevo santuario de la naturaleza.  Algo que, en todo caso, reiteró el Comité de Ministros de Michelle Bachelet en enero de 2016.
 
Si el curso de los acontecimientos hubiera continuado según la voluntad política de los gobiernos de Piñera y Bachelet, hoy no habría qué celebrar.  Pero gracias a la movilización ciudadana y el apoyo nacional e internacional se puede llegar a este punto de protección filantrópica. Oportunismo político o no, sigue resonando que el gobierno haya dado apoyo exprés a esta declaratoria (poco más de un año de trámite) patrocinada por una sola familia, lo que contrasta notoriamente con los oídos sordos ante el clamor de miles de ayseninos y ayseninas que venían defendiendo este territorio. Personas como Peter Hartmann Samhaber, Rodrigo de los Reyes Recabarren, Hugo Díaz Márquez, Erwin Sandoval Gallardo, Daniela Castro Polanco, Marcelo Rodríguez Avilés, la ONG FIMA y tantos otros que durante tres décadas trabajaron para salvar dicha cuenca de las garras del extractivismo minero y energético.
 
Pero este mismo gobierno, con los mismos argumentos de progreso a todo evento, hoy impulsa iniciativas mineras y salmoneras en zonas de incalculable valor ambiental a lo largo y ancho de la Patagonia. ¿Será necesario que llegue una vez más una millonaria fundación para conservarlas para las futuras generaciones?