Dos chilenos coronan el Tupungato en bicicleta

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Por Caterinna Giovannini
 
El 7 de abril, Patricio Goycoolea y Diego Marín consiguieron llegar en bicicleta a la cima del volcán Tupungato, la cumbre más alta de la Región Metropolitana. Una hazaña inédita, que les significó más de un intento y dejar atrás a todo un equipo para hacerla realidad.
 
La segunda vez fue la vencida para estos ciclistas que en enero ya habían hecho un primer esfuerzo por alcanzar esta cumbre de 6.565 metros sobre el nivel del mar (la más alta al sur del Aconcagua), para el proyecto deportivo audiovisual Guardián del Valle. "Estos años me he dedicado a hacer crecer el concepto de Big Mountain Bike", dice Goycoolea, creador de la serie que en mayo de 2017 estrenó su primer capítulo en la plataforma YouTube.
 
Chile y Argentina poseen una geografía ideal para la práctica del Big Mountain Bike. Este concepto, concebido en Chile por Goycolea, combina el montañismo con el mountain bike y supone llevar la bicicleta a la alta montaña, a menudo a alturas de más de 4.000 metros, para luego descender la mayor parte del recorrido sobre ella.
 
 
Foto: Matías Prieto DonosoFoto: Matías Prieto Donoso
 
 
Subiendo el nivel
La diferencia entre su primera experiencia para el proyecto audiovisual, que registró un descenso en bicicleta de montaña por el Cerro el Plomo, y esta, la grabación de su quinto capítulo es el nivel de dificultad. El Plomo tiene una huella que permite pedalear desde la cumbre hasta la base. El Tupungato, en cambio, es de más difícil acceso y tiene lugares en los que no es posible andar en bicicleta. "Esta ha sido la montaña más difícil de todos los proyectos que hemos hecho", dice Goycoolea. 

"Esta ha sido la montaña más difícil de todos los proyectos que hemos hecho" 

 
Sólo para llegar al campamento base, antes de iniciar el ascenso, es necesario caminar 7 u 8 horas diarias durante 3 días. A ello hay que añadir la altitud. Los ciclistas tuvieron que enfrentarse a condiciones meteorológicas extremas, con vientos de 40 km por hora y una sensación térmica que alcanzó los 30 grados celsius bajo cero.
 
A metros de la cumbre
Durante los dos meses que siguieron a su primer intento en enero, Marín (26) y Goycoolea (34) no pudieron quitarse de la cabeza la cumbre de este volcán. La primera vez que lo intentaron, lo hicieron acompañados por 7 personas. El grupo de grabación de Guardián del Valle, además de tres deportistas italianos que "no venían acostumbrados a las alturas que tenemos aquí", explican.
 
A pesar del mes que dedicaron a prepararse y aclimatarse para el viaje, uno de sus invitados sabía que no lo lograría, no tenía las condiciones físicas para realizar algo así. Sin embargo, poco a poco empezaron a perder gente en el equipo. Al séptimo día, de las nueve personas, sólo quedaban cuatro, tres en bicicleta y una persona caminando como apoyo. 
 
Cuando el disminuido grupo alcanzó los 6.200 metros, uno de los atletas italianos empezó a sufrir un ataque de pánico y mal de altura. "Su mente estaba en otra parte", cuenta Goycoolea. Alguien tendría que sacrificarse y acompañarlo en el descenso. Esto supondría renunciar a alcanzar la cumbre y desandar todo lo conseguido durante esa semana de esfuerzo. 
 
 
Foto: Sebastián Prieto DonosoFoto: Sebastián Prieto Donoso
 
 
Foto: Sebastián Prieto DonosoFoto: Sebastián Prieto Donoso
 
 
Esta era la primera vez que Marín participaba en uno de estos proyectos audiovisuales. El deportista, que desde 2019 se dedica al Big Mountain Bike, ya acumulaba varias subidas al Cerro el Plomo en el cuerpo y se sentía bien. "Nosotros con Patricio íbamos a subir cuando Andreas nos llamó por radio", cuenta Marín. Les decía que oía voces, que estaba asustado y necesitaba ayuda. "Llevar una bicicleta al hombro es dos o tres veces más difícil que caminar", explica.
 
Marín decidió no llegar a la cumbre y ayudar a este deportista que lo había dado todo hasta quedarse sin energías. “Él no podía bajar sólo, tuve que ponerle los crampones y ayudarlo con su bicicleta en las partes de hielo”. 
 
Goycoolea siguió caminando, pero ya no era lo mismo. Llegó a los 6350 msnm del mar y tuvo la sensación de que no debía continuar. "La montaña me habló, aunque suene a cliché, y me dijo: Este no es el momento que tienes que subir. Me di la media vuelta y bajé". 

"La montaña me habló, aunque suene a cliché, y me dijo: Este no es el momento que tienes que subir. Me di la media vuelta y bajé" 

 
Segundo intento
En enero, hicieron prácticamente todo el recorrido, cada uno con su propia bicicleta. Esa vez, además de los italianos, los acompañó una gran producción audiovisual. "Ese mismo día que no hicimos cumbre, Pato me mira y me dice, Diego, tenemos que volver, y yo le digo, ahora no porque estamos cansados. Vamos a darnos un tiempo", recuerda Marín.
 
Durante los meses siguientes, mantuvieron los ojos abiertos para una nueva oportunidad. Esta vez sería una expedición diferente. Además, nadie se atrevía a unirse nuevamente a ellos, salvo por Pedro Anguita, que les ayudó con la carpa y la comida hasta el campo alto.
 
 
Patricio Goycoolea y Diego Marín en la cumbre del Tupungato.Patricio Goycoolea y Diego Marín en la cumbre del Tupungato.
 
 
Una bicicleta en la cumbre
En abril, con días más cortos y temperaturas más bajas, emprendieron un nuevo intento por conseguir un símbolo en el Big Mountain Bike, el de una bicicleta en la cumbre del Tupungato. "Patricio llevaba las dos ruedas atadas a la mochila y yo el marco, el manubrio y los frenos", explica Marín.
 
Cambiaron la logística, sabiendo que tenían las condiciones físicas necesarias, salieron a las 7 de la mañana, en lugar de a las 2, como la vez anterior. Tardaron cuatro días en llegar a la cumbre y durante el descenso se turnaron para andar en bicicleta. No importaba que tuvieran que compartir, estaban satisfechos de haber logrado el objetivo.

 

 

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