La Patagonia, una de las últimas regiones del mundo con vastas extensiones de naturaleza intacta, alberga una extraordinaria geografía de montañas interminables, inmensos glaciares de hielo, volcanes nevados, bosques templados prístinos y cientos de ríos y lagos de color azul verdoso. Sin embargo, hoy, a pesar de los recientes éxitos en la ampliación de red de parques de la región, este asombroso paisaje no es lo que era. Siguen existiendo conflictos medioambientales.
Los científicos afirman que el lado chileno de los Andes patagónicos -que es más verde debido a las mayores precipitaciones que las zonas esteparias más secas que predominan al este en Argentina- es uno de los seis "puntos calientes" del planeta con mayor biodiversidad, mayor número de especies por descubrir y mayores amenazas humanas para esa diversidad. Los factores que impulsan la degradación medioambiental son muchos. Desde la construcción de la Carretera Austral, la mejora del acceso y los avances tecnológicos han acelerado el ritmo del cambio. La globalización económica y el constante apetito de las grandes empresas por el agua, los minerales, la madera y otros recursos naturales inalterados, hacen de la Patagonia un objetivo inevitable. Y en los últimos años, el aumento de la migración desde las ciudades impulsado por la sequía, el cambio climático, la especulación inmobiliaria y la pandemia del covid-19 están creando nuevas presiones de desarrollo.
Patagon Journal siempre ha sido una revista impulsada sobre todo por su amor a la naturaleza y a los lugares salvajes de la Patagonia. En diciembre de 2021, Patagon Journal cumplió 10 años publicando su revista. Como tal, pensamos que sería un buen momento para evaluar los retos a los que se enfrenta el medio ambiente de la Patagonia durante el resto de esta década. Para ello, consultamos a diversos líderes medioambientales, científicos y periodistas de Argentina, Chile y de todo el mundo, y en la edición actual de nuestra revista esbozamos una agenda medioambiental para los próximos 10 años.
En esta entrevista, nuestro editor ejecutivo, Jimmy Langman, habló con Patricio Segura, un periodista que vive cerca de Puerto Guadal, en la cuenca del lago General Carrera de la región de Aysén. Es el actual tesorero de la Corporación Privada para el Desarrollo de Aysén, encargado de comunicaciones en la Agrupación Aisén Reserva de Vida, y fue parte clave del equipo de comunicaciones de la campaña Patagonia sin Represas. Colaborador durante muchos años de Patagon Journal, ha publicado artículos y columnas en diversos medios nacionales y extranjeros, entre los que se incluyen Science Magazine, Nature, CIPER, El Mostrador, Le Monde Diplomatique, El Desconcierto, El Ciudadano y El Divisadero, en las áreas de ciencias, turismo, corrupción, medioambiente y conflictos socioambientales, con énfasis en la Patagonia.
A continuación se presentan extractos de la conversación con Patricio:
Patagon Journal: ¿Cuáles crees que son las prioridades para proteger la Patagonia en los próximos 10 años?
Patricio Segura: Lo primero debe ser un ordenamiento territorial y maritorio fuerte. Generar la conversación regional de cómo vamos a definir el territorio. Porque los proyectos productivos, como la amenaza de la minería, la salmonicultura, la energía, las plantaciones; hay en alguna medida, una mirada con respecto a una crítica al modelo tradicional en Patagonia.
En relación con la fragmentación del territorio, llevándolo al tema de la naturaleza, hay una presión. La pandemia y el teletrabajo permitió que la gente se fuera a las zonas rurales y eso hizo que se fuera fragmentando el suelo rural. Están creando nuevas comunidades y núcleos urbanos, hay mucha nueva presión sobre todos los servicios.
Se están creando nuevos pueblos básicamente, y esto está quedando al margen de la planificación colectiva y del estado. Es el mercado el que está definiendo en este momento dónde se crean nuevos pueblos sin hacerse cargo de la discusión macro, de ver cómo y de dónde sale la leña, la energía, a donde van los residuos, etc.
En este momento es el mercado, en el caso específicamente inmobiliario el que está definiendo los nuevos núcleos urbanos y que consideramos que está al margen de la ley. Pero no hay voluntad política de parte del ministerio de vivienda, del ministerio de agricultura y de los municipios para ver este tema. Por eso te hablo sobre la planificación territorial, porque la presión acá en la región de Aysén se multiplicó exponencialmente en los últimos años. Ese creo que es un punto importante para la próxima década, hay un tema de presión poblacional.
Lo que creemos nosotros es que primero hay un proceso en la discusión, hay temas que tienen que ver con tratar de poner un freno a través de buscar instrumentos legales y administrativos para que se cumpla lo que dice la ley sobre los loteos. Que dice que no se puede segregar nuevos núcleos urbanos al margen de la planificación del estado y eso lo tiene que visualizar el ministerio de vivienda. Y lo que está ocurriendo ahora es que hay loteos de 100 sitios, y se crean nuevos núcleos urbanos donde nadie lo está fiscalizando. La contraloría tendría que eliminar esos tipos de subdivisión.
Los loteos que se crean en zonas de interés turístico, ZOIT, que tampoco están pidiendo nada y la ley dice claramente que cuando se generan subdivisiones se tiene que generar un informe sobre eso.
¿Cómo crees que se puede mejorar la planificación territorial?
En el largo plazo lo que hay que hacer es modificar acuerdos legales, pero además modificar el ordenamiento, mirar el territorio y los nuevos centros urbanos, o hacemos crecer ciertas ciudades con temas de sostenibilidad o simplemente se acuerda que se creará un nuevo centro urbano pero que sea una discusión colectiva, que esté el Gobierno Regional, el Municipio, los habitantes de ese territorio, que estén las inmobiliarias si quieren, pero que sean todos parte de la discusión. Esto es planificación territorial.
Ahora existen instrumentos, porque se establecieron los reglamentos que hacen vinculantes los ordenamientos territoriales, esta es la oportunidad para hacer eso, incluso la atribución de fiscalizar nuevos núcleos urbanos. , hay que generar más caminos, masivamente se empiezan a generar residuos, empiezan a sacar aguas, una serie de impactos ecosistémicos.
Además, que la Patagonia no solo la está mirando Chile, sino que la están mirando en todo el mundo. Y ahí entramos en otra discusión, que es la ofensiva que existe filantrópica a nivel global que han visto a la Patagonia como un lugar que hay que cuidar. La gente está viendo que le están imponiendo conservación sin tener mecanismos reales de participación, y lo digo yo como activista medioambiental.
¿Qué otros temas de la región de Aysén te preocupan más en este momento?
Acá no vemos el tema ambiental como capitalismo verde. Lo vemos como la legítima visión de un desarrollo y paradigma distintos con visiones distintas. En el fondo cuando lo público lo empiezas a financiar y concesionar, generas una molestia social, porque hay un concepto de discriminación y desigualdad. Yo sé que el tema de los parques privados son figuras estadounidenses que funcionan allá, pero a mí me hace ruido y creo que eso tiene que ser parte de un debate profundo.
Hay que involucrar a la gente que vive en la región en estos temas y tienen que participar. Y desde las organizaciones que existen también, como las corporaciones ZOIT y las juntas de vecinos. Lo que tiene que pervivir no son los intereses particulares. Las visiones colectivas a través de las organizaciones de distinto tipo son lo importante.
Aysén y la Patagonia en general, no es ninguna despensa ni tampoco una plataforma para intereses externos. Entendiendo y poniendo el límite, hay bienes comunes que no son apropiables. No porque los Campos de Hielo Norte estén íntegros, nosotros en Aysén vamos a hacer un plebiscito para venderlo. No creo que los bienes comunes sean apropiables incluso por la localidad. Pero sí, la gente que vive en el territorio tiene un poquito más de ponderación para participar en la conversación. Lo que no puede ocurrir es que de afuera digan cómo tiene que ser.
¿Cómo puede Aysen hacer frente a las amenazas medioambientales del sector minero?
La minería es como la adicción, hace depender a la comunidad de su actividad, entonces la gente se acostumbra al buen sueldo, y no quiere retroceder. Entonces cuando esto se instala, después ya no se puede sacar, porque tiene un sistema social y general que no garantiza derechos. Si se tiene una sociedad donde la gente de por si tiene acceso a buena salud, buena educación, a bienes comunes como agua, a energía etc., si viene una minera que dice voy a instalarme acá, la gente podría decidir porque esos recursos estarían garantizados. Entonces la discusión no es solo ambiental, sino que también es social.
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