La cotizada madera del segundo árbol más longevo del mundo, llegó incluso a ser comparada con el oro. Explotado durante siglos y al borde de la extinción, la promulgación un decreto permitió el uso de sólo alerces muertos. Pero a pesar de la ley y del valor científico de la especie, miles fueron asesinados y silenciosamente traficados hacia los Estados Unidos.