Humedales de Chiloé aún esperan protección

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Bahía Villa Quinchao. Foto: José Cardenas VejarBahía Villa Quinchao. Foto: José Cardenas Vejar
 
 
Por Caterinna del Río
 
El humedal de Bahía Lomas, en Tierra del Fuego, pasó 16 años esperando ser protegido por la legislación chilena, desde 2004, cuando una parte de él fue nombrada humedal de importancia internacional, hasta el 16 de abril de 2020 cuando al fin fue declarado Santuario de la Naturaleza. También en junio de este año se crearon nuevos santuarios de la naturaleza para proteger los humedales del Río Maullín y el Río Chepu en la Región de Los Lagos. Hoy, al menos otros 2 humedales de Chiloé esperan ser protegidos bajo esta designación legal. 
 
La Isla Grande de Chiloé no sólo es apreciada por su rica historia cultural sino también por su paisaje natural con amplias playas, colinas onduladas y espesos bosques con fauna como el zorro de Darwin, el pudú y el monito del monte. Pero cada vez más turistas y aficionados a Chiloé acuden en masa a este verde y lluvioso archipiélago para caminar a lo largo de la costa en el terreno arenoso y fangoso conocido como la llanura intermareal para encontrarse con otro tipo de turistas: la extraordinaria población de aves migratorias de la isla, algunas de las cuales viajan desde zonas remotas del otro hemisferio para llegar aquí. 
 
 
Limosa haemastica. Foto: José Cárdenas VejarLimosa haemastica. Foto: José Cárdenas Vejar
 
   
¿Cuál es el atractivo de estas aves migratorias? Los valiosos humedales de Chiloé.
 
En la costa este de Chiloé, hay 10 humedales de especial interés: Curaco de Vélez, Pullao, Chullec, Rilán, San Juan, Castro, Putemún, Teguel, Nercón y Quinchao, y para dos de ellos, Bahía de Curaco de Vélez y Bahía Villa Quinchao, se ingresaron solicitudes de creación de nuevos Santuarios de la Naturaleza en abril de este año. 
 
Washington Ulloa, alcalde de Quinchao, cree que la postulación de casi 96 hectáreas de humedales en la Bahía de Quinchao como Santuario de la Naturaleza, "abre una oportunidad para la educación ambiental, el turismo de intereses especiales y el involucramiento de la comunidad local". 
 
Estos humedales son esenciales para mantener la salud de los ecosistemas. Evitan las inundaciones y las sequías absorbiendo, reteniendo, purificando y liberando agua dulce. Todas las clases de vida prosperan en ellos, están las numerosas aves por supuesto, pero también una enorme variedad de especies de plantas, anfibios e incluso vida marina. Aunque, sin salvaguardias legales, están amenazados por la urbanización, los proyectos de desarrollo incontrolados, la contaminación, las especies invasoras, la ganadería, entre otros.
 
Pero son las aves migratorias las que más llaman la atención y la preocupación. 
  
Hábitat crítico
Cada año, estos humedales ofrecen un hábitat crítico para varias especies de aves migratorias que viajan más de 15.000 km para escapar del invierno del hemisferio norte desde sus zonas de reproducción en Alaska y Canadá. Los humedales de la costa oriental de Chiloé, que en conjunto suman sólo 1.900 hectáreas, son el hogar de más de 20.000 zarapitos de pico recto (Limosa haemástica), que representan alrededor de una quinta parte de la población mundial de esta especie amenazada. Aquí viven entre los meses de octubre y abril, donde se alimentan y acumulan las energías necesarias para volver a emprender este largo vuelo de regreso a casa.
 
 
Limosa haemastica. Foto: José Cárdenas VejarLimosa haemastica. Foto: José Cárdenas Vejar
 
 
También está el flamenco chileno (Phoenicopterus chilensis), que a diferencia del zarapito de pico recto, viaja al archipiélago de Chiloé durante los meses de invierno de Chile. Aquí su población se concentra en los humedales de Caulín y Putemún, donde se alimenta de las algas y de la fauna bentónica que allí crece. Una teoría es que llegan desde las tierras altas del norte de Chile, mientras que otro grupo de científicos cree que vienen de la región de la Pampa de Argentina. En cualquier caso, esta ave debe completar un viaje de miles de de kilómetros para llegar a Chiloé.
  
Los cisnes de cuello negro (Cygnus melanocoryphus) también pueden ser vistos, pero están aquí para quedarse. En 2004, después de que la Celulosa Arauco Constitución contaminara el río Las Cruces cerca de Valdivia, donde murieron alrededor de 4.000 ejemplares de esta especie, muchos migraron y encontraron un hogar en los humedales de Chiloé, como en Pullao y Curaco de Vélez.
 
La protección de los humedales
En 2018, Chile lanzó su Plan Nacional de Protección de Humedales 2018-2022. La iniciativa busca "contribuir a detener el deterioro de los humedales y preservar su rica biodiversidad". Tiene como meta: para 2020 haber identificado y acordado las zonas de humedales prioritarias que deben protegerse mediante el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP), y para 2030 establecer mecanismos jurídicos para la protección oficial de los humedales. 
 
Este año dos decretos de protección humedales han sido ampliamente celebrados. El primero el pasado 16 de abril, cuando el Humedal Bahía Lomas en la provincia de Tierra del Fuego, con una superficie de aproximadamente 58.946 hectáreas fue declarado Santuario de la Naturaleza. El segundo decreto es el de Los Humedales del Río Maullín, en la provincia de Llanquihue y Río Chepu, en Chiloé, incluidos en el Plan Nacional de Humedales 2018-2022, que el 5 de junio de este año sumaron casi 12.000 nuevas hectáreas protegidas.
 
 
Bahía Curaco de Velez. Foto: Claudio DelgadoBahía Curaco de Velez. Foto: Claudio Delgado
 
 
Claudio Delgado, coordinador del programa de planificación de la conservación de la Fundación para la Conservación Marina, dice que la declaración de Bahía de Curaco de Vélez y Bahía Villa Quinchao como santuarios representaría un gran paso adelante en la protección legal de humedales cruciales importantes para las aves migratorias en el sur de Chile. "También constituye un hito relevante para el trabajo de conservación que se viene realizando desde hace 12 años en conjunto con las municipalidades y la comunidad", agrega Delgado, quien dice que el retraso probablemente se deba a "procesos largos y burocráticos". 
 
Agrega que los humedales "sin duda son una contribución al turismo local, dado que la protección legal permite planificar los usos del sitio, desarrollarlos y ayudar a la sostenibilidad de la actividad turística basada en la observación de la naturaleza y el conocimiento del patrimonio cultural chilote".
 
 
 
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